martes, 18 de marzo de 2008

Veínte largos años

¿Padre mío y Madre mía, cómo no voy a acordarme del día en que te cargue por primera vez, siendo yo un adolescente?. No creaís Padres míos, que se me olvidan aquellos 20 largos años, que con fatigas y angustia animaba tu salida junto a mis compañeros cargadores.
Relucía una noche esplendida de luces azules y blancas que te hacia por siempre el más glorioso de los hombres.
Los corazones se habían levantado y habían puesto rienda suelta al honor y a la unión de todos nuestros vecinos al cargarte
con orgullo hasta donde hiciera falta. Yo tenía 17 años, el corazón a medio pulir y ni siquiera imagine que algún día echaría de menos esa carga tan gloriosa que con tanto orgullo lleve en mi.
Tras esos 20 largos años dejé de ser costalero por unas razón muy facil, "las normas nuevas", de gentes nueva que se incorporaba a la junta de gobierno. Sentí rabia, y al viento escribí los sinsabores amargos de las nuevas normas que imponian esos señores a nuestras tradiciones. Sentí vergüenza ajena sobre nuestras costumbres,y hubiera querido decirte todas esas cosas!, pero no fui todo lo valiente Padres.
Me acomodé en uno de tus rincones de la ciudad dispuesto a rondarte cada noche desde las lumbreras de cualquier bocacalle nuestra. Me propuse seguirte a mi manera, ya que no me agradaba esas nuevas formas y decidí amarte desde la fiebre que me abrazaba y consumía, desde ese río de gentío que te ama y desde ese silencio acogedor de miradas, desde la lágrima y el sobresalto.
Camine hacía tu casa, nuestra casa, ligero y exitado, para verte salir de tu capilla e impregnarme de tu aroma, a saborear la sal de tu llanto, a acariciar el aire tuyo de levante que mece esta bella bahía.
Soñé en cargarte a la antigua, con piropos y alabanza, con pasito alegre y con mimo; También soñé, como tu mirada tatuaba los balcones del cielo buscando esa libertad blanca y cristalina de la cual carece el hombre. Soñaba, Padre mío y Madre mía, con
un presente y un futuro lleno de paz y armonia en el mundo.
Luego eche a correr gritando a los cuatro vientos por callejuela y plazas:
"Dejad que hable el pueblo y callen las palabras vanas".

Propiedad del autor Manuel Flores Narváez
Copyright © 2005 SoNaKaY Flores

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