jueves, 5 de marzo de 2009

Oriundo de Algeciras

Manuel Soto Loreto, descendiente de algecireño. Era nieto de Juan Cantoral y Gabriela Montero, así como hijo de Juan Luis, más conocido por El Torre por haber trabajado de guarda en el cortijo de Los Larios "Monte La Torre". Manuel fue conocido en el mundo del flamenco con el sobrenombre de su padre y que suena asi: Manuel Torre. Manuel fue único, un verdadero genio en todo lo que interpretaba. Fueron muchos los elogios a este oriundo cantaor de Algeciras, de quién se cuenta que su interpretación saetera, la elevó a una excepcional categoría, dotándola de un dramatismo y un sentimiento que lastimaban. "Salía Manuel rabiando, salía medio templao, con la saeta como hablá, como hablándola, como hablá, para aluego le daba un arto a la saeta y aluego se la traía p'abajo y después p'arriba..., y se venía aquello abajo, la calle entera, un palmeterío, un vocerío que quitaba er sentío" (Tía Anica la Periñaca. Una impresionante saeta de Manuel Torre, en Sevilla, hizo llorar por segunda vez al ganadero Eduardo Miura una mañana de Viernes Santo: "Cuando cierra el pellizco del último ¡ay!, la gente que asiste, pasmada, al acontecimiento no aplaude ni vitorea. Todos sacan los pañuelos, en silencio, y la plaza de la Encarnación se convierte en un inmenso aletear de palomas blancas que piden una nueva saeta a aquel hombre fabuloso a quien un gitanillo, que le acompaña, dice, señalando a don Eduardo Miura: - Fíjate, primo, con la mala uva que se gasta criando toros y ahí lo tienes, que me lo has hecho llorar". Saetas que fueron recordadas como espeluznantes, y a las que se adjudica la costumbre sevillana de mecer rítmicamente los pasos, pero sin avanzar, a partir de la ocasión en que el capataz de los costaleros dio orden de avanzar cuando este cantaor iniciaba una saeta; fue obedecido el mandato, los costaleros elevaron sobre sus hombros el paso, pero se limitaron a moverlo rítmicamente sin avanzar, mientras el hijo del Torre cantó cuanto quiso. "El más firme y primer puntal que sostiene el monumento saetero es, sin duda, Manuel Torre, puesto que a él se deben muchos de los vértices flamencos que se aprecian en la saeta moderna. El cante por saetas de Manuel sobrepasó la línea de su personalidad humana y se evaporizó dentro de la mítica flamenca. Las saetas de Manuel, son puras creaciones, consecuencia de su intenso y vigoroso fluir flamenco, más que como preconcebida idea. A partir de él, se transforma y se reviste con un eco profundísimo, lleno de matices peculiares. Torre marca un hito, y si históricamente no podemos hablar de quién fue el que inventó la primera saeta, sí podemos afirmar que el mundo saetero está dividido en dos grandes mitades: antes y después del coloso jerezano, oriundo de Algeciras.

Manuel Flores-Copyright © 2005 SoNaKaY Flores

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